Un tercero entre nosotros

En el mejor de los casos en las parejas el interés de cada uno por construir la relación con respeto, confianza e independencia, muy probablemente los llevará a disfrutarse y crecer juntos. Para ello se requiere entre otras cosas de tolerancia y una intención de ceder, tal vez, a los caprichos y, de mostrarse abierto a la negociación y la discusión del futuro e incluso del día a día.

Sin embargo, en lo general, existe un tercero que puede perturbar la relación y, no necesariamente es una persona con quien alguno de los dos se haya involucrado, aunque podríamos entender que es lo más común.

Aparecen situaciones o personas que afectan.

Un tercero puede ser la distancia entre los enamorados que, con facilidad puede quebrantar la relación porque se pone en juego principalmente la desconfianza entre ambos y un futuro poco prometedor.

Otro tercero puede ser algún asunto de inestabilidad emocional de alguno de los dos que no le permite sentirse bien en ningún lado, como la depresión, problemas de alguna adicción o cualquier padecimiento psicológico.

Personas cercanas a la pareja también pueden hacer lo suyo y desestabilizar la relación ya sea un familiar o algún amigo cercano, es común que el mejor amigo tenga fricciones con la pareja.

Así que, podemos seguir pensando el asunto y encontraremos con facilidad un tercero que perturba y este asunto puede incluso terminar con la relación.

Escapar de las verdades

Cuando nos dicen una verdad, por fuerza intentamos escapar de ella, especialmente si es una verdad que nos molesta o nos incomoda. No se diga cuando urge que hagamos un cambio importante al respecto de esa verdad.

La primer reacción es de negación y de enojo ante quien lo dijo y buscamos las mejores razones para justificar que esa verdad “no es verdadera”. De ahí empieza una reflexión interna ante la posibilidad de que esa verdad si lo es y nos pertenece, incluso nuestro orgullo se ve afectado y podemos caer en un estado de tristeza.

La buena noticia seria aceptar esa verdad y procurar cambiar o mejorar. Pero es muy difícil aceptar una verdad aunque sería el principio de una nueva y mejor actitud ante la vida.

También depende de quien nos diga esa verdad, el ideal es que la diga alguien que nos quiere y nos estima porque aunque duela esa verdad, viene de alguien que nos quiere hacer ver que estamos mal en algo. Pero si esa verdad llega de alguien poco cercano o casi de un extraño, lo más probable es que nos enojemos mucho y hagamos caso omiso. Y tratamos de escapar de las verdades

Escucha tus emociones

Cuando experimentas la sensación de perder el interés en la vida, baja tu energía y productividad, te concibes sin valor, estos sentimientos te llevan a ver un panorama obscuro, también pueden hacerte sentir culpable en el fondo por no poder tomar energías y recobrar el rumbo de la vida, incluso surgen reproches que hacen buscar un auto castigo.

De esta manera te puedes ver envuelto en un círculo vicioso, del cual, no encuentras salida. Es importante reconocer que necesitas ayuda y buscar el amor pero el amor propio.

Pareciera ser que hay un pérdida importante pero al reflexionar a fondo no hay evidencia de tal pérdida y hay una experiencia de un vacío profundo.

Es por ello que hay que poner atención y reconocer que necesitas ayuda para salir de ese estado emocional al que posiblemente se le pueda llamar depresión.

Yo no lo sé de cierto

Yo no lo sé de cierto, pero supongo

que una mujer y un hombre

algún día se quieren,

se van quedando solos poco a poco,

algo en su corazón les dice que están solos,

solos sobre la tierra se penetran,

se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como

se hace la luz dentro del ojo.

El amor une cuerpos.

En silencio se van llenando el uno al otro.

Cualquier día despiertan, sobre brazos;

piensan entonces que lo saben todo.

Se ven desnudos y lo saben todo.

(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo

Jaime Sabines

Poeta mexicano

Sé amable

Generalmente cuando estamos viviendo una crisis emocional olvidamos las capacidades que tenemos para salir adelante, nos envuelven los problemas y nos sentimos imposibilitados para resolver el asunto. Es común señalar a culpables a personas o situaciones y esto nos aleja aún más de salir a flote.

Pero qué pasaría si en lugar de eso, respiramos profundamente y tratamos de confrontar la situación poniendo todo nuestro empeño y capacidades para mejorar las circunstancias, considerar la responsabilidad que tenemos de la circunstancia y en lugar de señalar, hacer un acto de reflexión para admitir nuestros errores y tratar de corregirlos.

No es una tarea fácil pero ayuda mucho, solo se trata de evitar el conflicto con otros y con uno mismo.

Las consecuencias de actuar así demandan valores personales que no los practicamos tan seguido como: tal vez pedir perdón, abrirse a nuevas formas de ver nuestras vidas, cambiar lo más posible nuestro carácter o tener que “ser amable” con nuestras emociones