Nos aferramos a querer dar una explicación de nuestra conducta o de comportamientos que no tienen, tal vez, coincidencia con lo que decimos.
En ocasiones habla más un comportamiento que lo que intentamos decir o puede ser que lo que decimos, lo decimos tan rápido y sin pensar bien, que se ve en claro que es lo que nunca quisimos que se supiera pero que es lo que realmente pensamos.
Es muy común escuchar: “no me voy a enamorar” y nuestras conductas hacen lo contrario, es decir, todo para acercarse con quien no “queremos” amar.
Por lo que, al parecer, por lo general, nuestra conducta demuestra más lo que realmente deseamos y lo que decimos ya ha pasado por un filtro interno desde nuestro aparato psíquico y logra velar nuestros verdaderos y más profundos deseos.
El ejemplo más claro se puede ver en nuestra vida amorosa pero, en realidad, nuestras conductas en relación a nuestro estilo de vida, de alimentarnos, de desarrollarnos en el trabajo, de relacionarnos con las personas más cercanas o en nuestras relaciones sociales, también son manifestaciones de nuestros deseos.
En una psicoterapia el trabajo es descubrir entre el analista y el paciente cuales son nuestros verdaderos deseos y si éstos nos llevarán a un buen camino o a un camino equivocado.
