Vivir bien o vivir mucho

Escuchamos frecuentemente algunos consejos para prolongar nuestra vida, por supuesto, lo que más se sugiere es tener una alimentación saludable, hacer ejercicio con frecuencia, tomar con moderación, no fumar y mantener un peso adecuado. Este estilo de vida nos puede llevar a ser sanos y longevos.
Sin embargo, no se contempla el equilibrio emocional y los esfuerzos que cada persona debe hacer para mantenerse ecuánime ante la vida agitada; controlada ante el estrés diario, empática con su pareja o enfocada y entusiasmada en su actividad laboral.
Tampoco se sugiere como hacer para mantener estos hábitos que
tanto ayudan a vivir bien. Así que desde el punto de vista emocional, se requiere de un cierto equilibrio personal para lograr tener una rutina diaria adecuada y que se adapte a lo antes mencionado.
Si la persona no está convencida sobre los alcances de seguir estos simples hábitos o si tiene conflictos sentimentales consigo mismo o con las personas cercanas que le rodean, difícilmente tendrá “cabeza” para apegarse a este modo de vida saludable.
Por otro lado, si por el contrario, por ejemplo el cigarro figura como un aparente elemento de estabilidad emocional o si el ejercicio es una actividad que le perturba por todo lo que implica en relación a la percepción corporal en donde puede tener conflicto o, si las actividades laborales no permiten llevar una alimentación adecuada, entonces hay otros factores en contra de adherirse a tan buenas prácticas de salud y longevidad.
Cuida tu salud emocional y primero asegúrate de sentirte bien en lo emocional para llevar esa vida saludable y si no, una ayuda con un experto puede romper con algún desequilibrio emocional y entonces podrás mejorar y “vivir bien”.

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